Un nuevo día de carrera

Esta es la historia de un reencuentro, el resumen de un camino recorrido y el agradecimiento a mis compañeros por haber estado aquí al lado.

6h de Hortaleza, domingo 7 marzo 2021

El pasado domingo volví a ponerme un dorsal para correr una carrera de verdad. Una carrera de las que tienen arcos de salida y de meta, avituallamiento y que requieren ponerse el despertador a las 7 de la mañana de un domingo (esto no lo echaba tanto de menos, la verdad). Ha sido la primera carrera desde la San Silvestre del 2019 y no te voy a engañar, el domingo fue una pasada volver a encontrarme con un día de carrera.

Hemos llegado a vivir una carrera antes de lo que pensaba. Mis mejores previsiones me daban otoño como posible fecha para tener un día de carrera de los de antes. Fue una recompensa mental al esfuerzo de todos estos meses porque lo fácil hubiera sido ceder en algún momento, pero no lo he hecho. He puesto de mi parte para que eso sucediese, pero mis compañeros de km también han tenido la culpa de mantenerme la cabeza en su sitio y de empujarme a nuevos números. A vosotros compañeros de Running51, ¡gracias! Lo hacéis todo más fácil.

Porque amigo, ¡cómo hemos vuelto! Hemos vuelto superando nuestras mejores expectativas, rompiendo marcas personales y con el feeling de una mejora evidente. Así que ahí nos encontramos el domingo, repasando donde estamos y como estamos. Creo que el resultado fue sobresaliente. Por cierto, como dije ese mismo día ,la culpa de todo esto la tienen Pablo y Chema 😜

Para mí la maratón de Valencia es…

Hoy se ha celebrado una edición más de la maratón de Valencia. Lo he visto desde casa, me he levantado y he disfrutado del desayuno recorriendo las calles de la ciudad del Turia mientras veía a ese grupo de chicos y chicas volando sobre el asfalto.

Mientras que lo hacía he sentido una mezcla de envidia, emoción, decepción y decisión. Envidia por no estar allí, emoción por las sensaciones que recuerdo de todas las veces que he corrido por allí, decepción por no haber ido este año, y decisión por tomarlo como excusa para ir a Valencia una vez al año.

Desde que vivo fuera de esa maravillosa ciudad, volver allí para disfrutar de una carrera, sea de la longitud que sea, es algo muy bonito. Tengo un cariño especial porque viví ayer dos años intensísimos de universidad, ya que me lo pase como un niño pequeño. Volver a correr por esas calles es volver a recordar todos aquellos momentazos, volver a esos sitios donde sucedieron grandes cosas o incluso cosas normales, pasar por delante de mi casa, por delante de las casas de los amigos, acercarme a la universidad, volver a pasar por el centro, el rio y el paseo marítimo donde tantas zapatillas he gastado. Es un paseo por los mejores años de universidad.

Así que he decidido que voy a volver de alguna manera o de otra en el fin de semana de la maratón, para volver a sentir ese no se qué que me encanta. Espero que la mayoría de las veces sea para correr esa genial 10K, aunque alguna vez me haré voluntaria. Y quién sabe si alguna vez vaya por el otro lado del puente.

Los hicimos, claro que hicimos los 21 km

Lunes 16 de octubre, nueve de la noche, estoy sentada ya en el sofá de mi casa, esperando a que me de la hora de cenar. Entre tanto me pongo a mirar hacia atrás, a repasar este fin de semana, porque ha estado lleno de sensaciones, porque las primeras veces son especiales, y en este caso no iba a ser menos.

El objetivo era mi primera media maratón, el domingo 15 a las 10:30 desde el puente Vasco de Gama en Lisboa. Ese era el objetivo, pero el fin de semana no se limitaba a solo eso, ya que mi compi de km María José se había encargado de montar una buena expedición de ni más ni menos que 15 personas. Todos a correr, cada uno sus distancias y sus tiempos, pero con la finalidad de vernos todos de nuevo tras cruzar la meta. Así que con 15 personas, la diversión estaba asegurada y esta es otra de esas cosas que han marcado el fin de semana. A parte de correr lo hemos pasado bien y hemos comido mejor, a pesar de que buscar un restaurante para 15 no ha sido lo más fácil.

Así que el domingo por la mañana después del largo camino hasta la línea de salida y de mentalizarnos del calor que iba a hacer y el recorrido feo que teníamos por delante, cruzamos el arco de salida. ¡Allá vamos! Eso es lo que pensé en ese mismo momento, mientras daba los primeros pasos con Natalia, Loreto y Maria Jose a mi izquierda, como no podía ser de otra manera. “Alguien nos está mintiendo” ese fue el comentario mientras subíamos el puente. Esa cuesta no estaba en el perfil y vaya cuesta… menos mal que la recompensa fue pasar por el puente, me pareció súper bonito. Me encantan las grandes estructuras. Bajamos el puente, entramos en la zona de la Expo y los de la minimaratón se separan. Era la primera vez que pertenecíamos a los que seguían, no a los que se desviaban. Este fue nuestro primer hito. Segundo avituallamiento que nos tomábamos y km 10, nuestro segundo hito, ya que nunca habíamos llegado tan lejos en una carrera. A partir de aquí empezaba ese tramo tan “bonito” dentro de un polígono industrial. El sol además no ponía de su parte. Al menos nos llevamos una alegría en el km 13 porque nos ahorramos una señora cuesta, aunque pienso que no se si hubiese sido mejor… Seguimos, llegamos al km 15 y yo ya me estaba agobiando un poco, por el calor sobre todo. Primera crisis, menos mal que siempre tengo a Natalia para echarme una mano en esos momentos. Llegamos a la Plaza del Comercio y con eso al centro de la ciudad, tomamos la calle que nos adentra en la misma. Podría atreverme a decir que no se nos va a olvidar esa calle a ninguna de las cuatro. Crisis números dos, para mi al menos. Creo que si seguimos avanzando, en parte fue porque Chema nos había encontrado y nos iba empujando. La superamos, no se como y allí el km 19, “la cuesta”. En el momento antes de empezarla pensé: “la subo corriendo si o si”. Mi cabezonería me hizo llegar hasta arriba. El resto hasta la meta era dejarse caer. Dos horas 40 minutos después cruzábamos la meta. ¡Lo hicimos! Emoción máxima, abrazos varios, foto aquí foto allá, medalla y un agüita que hacía falta con el calor que pasamos.

Por si había alguna duda, las dejé resueltas. Allí terminaba el camino que empezamos como hace 3 meses, un viaje fantástico y maravilloso en el que he aprendido un montón de cosas y en el que he disfrutado como un niño pequeño. Natalia, Loreto y María José tiene mucha culpa en esto. Al cabo de un rato, un rato corto, ya rondaba en mi cabeza el siguiente de estos, porque a pesar de las crisis varias me ha gustado mucho el número 21 y quiero repetir.

Por cierto, la ducha de después fue algo tan maravilloso como la carrera 🙂