Estoy escribiendo esto mientras veo la final de Wimbledon entre Djokovic y Federer. Al mismo tiempo que veo esos puntos imposibles o esa elegancia en los golpes me viene a la mente el dominio de tres jugadores en las últimas dos décadas.
Quizá te parezca aburrido volver a encontrarte un Federer, un Nadal o un Djokovic en todas las finales de Grand Slam de los últimos 15 – 20 años. Quien dice uno, dice a dos de estos tres. Si eres de esos, te recomiendo que te sientes y disfrutes, porque probablemente no volvamos a ver un tenis de tanta calidad en un periodo corto de tiempo.
Pero más allá de la monotonía que puede suponer para algunas personas, a mi me gustaría que no se acabase nunca. Así, con estos tres, hasta el final de los tiempos. Que no cambien, que no envejezcan, que no se retiren jamás.
Además de todo esto, pienso en todas esas generaciones de jugadores que han llegado al circuito profesional y que estos tres «se han cargado» por el hecho de no dejarles sitio. Estoy pensando en el propio Murray, Wawrinka o Del Potro. También Dimitrov, Nishikori o Raonic. Más recientemente la de Thiem. Todas estas hornadas de jugadores, de muy buenos jugadores, de grandísimos jugadores se han quedado en nada por los títulos que no han podido ganar ya que estos tres seguían con la raqueta en la mano.
La cuestión a día de hoy sigue siendo la misma, ¿qué sucederá con los que han llegado el circuito estos últimos dos años? Estoy hablando de los Zverev, Kachanov o Tsitsipas. Otra gran hornada de jugadores talentosos y carismáticos con mucho tenis. Se enfrentan al mismo muro que todos los anteriores, veremos qué pueden hacer contra él.
Mientras tanto te recomiendo que sigas vibrando con estos tres maravillosos jugadores que no se repetirán nunca y que desde luego no se repetirán a la vez.